A los 35 años descubrí que tenía un clítoris.
A los 36 años tuve mi primer orgasmo.
A los 36 años conocí la masturbación.
A los 40 años empecé a trabajar en mi autoestima.
A los 43 años descubrí a través de la línea de vida erótica cómo funciona mi deseo, cómo se alimenta y cómo se retroalimenta dentro de una relación de pareja estable.
A los 44 años me he convertido en la protagonista de mi placer.
A los 45 años he aprendido que mis deseos, mi placer, mis fantasías, mi esencia son sagrados.
¿Por qué les digo eso?
Porque la mitad de las mujeres no pueden encontrar su propia vagina. Porque la mayoría de las mujeres no saben distinguir entre una vulva y una vagina. Porque la mayoría de las mujeres no logran tener orgasmo en sus relaciones. Porque una gran parte de las mujeres tienen vergüenza de ofrecer su vulva para el sexo oral por tener una imagen negativa sobre su parte íntima.
¿Por qué les digo eso?
Porque no fui la única mujer a la que tardé en conocer y disfrutar de mi placer. Les digo eso porque María, Ana, Lucía, Inés, Sofía, Paula, Elena, Teresa, Beatriz, Nora y muchas otras mujeres mayores de 40 años acuden a mí con la misma dificultad, historia y sensación de frustración.
¿Por qué les digo eso?
Porque la falta de placer y orgasmo no es una cuestión de técnicas o posiciones eróticas. La falta de placer y orgasmo femenino es una cuestión cultural, social y religiosa. Nos han enseñado a no tener placer. Porque gozar es un acto político. Porque la sociedad no tiene interés en que una mujer aprenda a ser la protagonista de su placer y su deseo, porque eso es cuestionar las bases del sistema donde el hombre "es el proveedor del placer femenino".
¿Por qué les digo eso?
Porque llegó el momento de cambiar la historia. De cambiar tu historia. Porque es el momento de entender que el peor enemigo del placer femenino es la falta de información adecuada.
Por eso, invito a conocer el método:
SANAR PARA GOZAR, mi asesoramiento para mujeres que quieren aprender a gozar en todas las relaciones sexuales.
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