El mayor acto de rebelión que puede cometer una mujer es correrse sin culpa.
Correrse es un acto político.
Hay una diferencia entre el placer femenino y masculino. Lo femenino asusta, porque, como bien dice la periodista Luciana Peker, en su libro 'Putita Golosa', “el deseo es el núcleo de la autonomía femenina”. Ésta es la clave para liberarse de la esclavitud.
La historia del orgasmo femenino confirma esta tesis. El vibrador nació en el siglo XIX como tratamiento médico para curar la histeria. Nos cuesta tanta reconocer que una mujer es un ser que tiene deseos sexuales que tuvimos que inventar una enfermedad.
La histeria es el deseo que late en el cuerpo, buscando ser escuchado. Es un acto rebelde de un cuerpo que se resiste a vivir una vida insatisfactoria.
La historia de los descubrimientos científicos es un buen parámetro para entender cuán tabú es el placer femenino. La ciencia, orgullosa de su objetividad, es subjetiva en este aspecto. El orgasmo femenino en el siglo XIX se entendía erróneamente como una manifestación uterina (más que clítoris). Reducida la mujer a su aspecto maternal, era inconcebible que pudiera tener un órgano específico destinado únicamente al disfrute.
De hecho, la ciencia se ha centrado en comprender todos los aspectos del cuerpo humano. Ha investigado tan a fondo cada órgano que pudo trasplantarlos. Sin embargo, se olvidó de un órgano en particular: el clítoris. Recién hoy, en el siglo XXI, comenzamos a comprender cómo funciona.
¿De dónde viene la idea de que cuando una mujer tiene relaciones sexuales le está dando algo a alguien? ¿No es el sexo un intercambio en el que los dos se entregan, se entregan, se permiten, se liberan? ¿Y cómo sólo come? ¿No están los dos comiendo, disfrutando y saboreándose el uno al otro?
La forma en que se utiliza dar y comer hace referencia a la idea de que para las mujeres el sexo es un servicio, una entrega sin disfrute.
Las estadísticas sobre orgasmos femeninos muestran que esto se traduce en un porcentaje: las mujeres disfrutan poco.
Así, la mujer insiste en ser elegida por el hombre aunque no lo disfrute. Puedes permanecer en una relación durante años sin experimentar orgasmos, diciéndote a ti mismo que tener un orgasmo no es tan importante, fingiendo u ocultando esta información a tu propia pareja. Las citas son una prioridad, tener relaciones sexuales es solo una ventaja.
Si hubieras tenido una educación más libre, quizás alcanzar el orgasmo no sería un problema.
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