Ya creía saber lo que era el amor, como si fuera una sola cosa. Ya he confundido una relación tóxica con el amor. Ya pensé que podría amar para dos y ya le rogué. He pensado que mi forma de amar era la mejor y luego que tampoco funcionó. He creído más que nada en el amor, y luego, con la misma fe, creí que no existía.
Quiero a alguien imperfecto, pero que esté en construcción. Sólo entonces tendré la oportunidad de verlo convertirse en alguien mejor, no para mí, sino para él. Quiero a alguien con defectos, pero que busque el coraje para mirar de frente sus problemas, así yo también me hago más fuerte para afrontar los míos. Que ya pasó, porque ¿quién no? También he hecho algunos borradores. Alguien que esté completo para que yo tenga la oportunidad de desbordarlo. Que quedarse sea una elección que se hace todos los días y nunca una obligación.
Quiero alguien para bailar en medio de la habitación, para abrazarse en la ducha, para cocinar un plato casero o para deleitarse con delicias exóticas. Reír, hacer cosquillas, pelear con almohadas, abrazarse y descubrir cinco mil formas más de tener un orgasmo en todo el cuerpo. Alguien que me encuentre hermosa con cara de almohada y no esté de acuerdo conmigo, que me recuerde que no siempre tengo la razón. Pero si te gusta quién soy, eso no es negociable. Alguien cuyo carácter admiro, porque nos volvemos similares a aquellos con quienes vivimos.
Alguien con quien viajar a Europa con mochila, al Noreste en autobús, a Asia con guía en mano, en tren, en avión… Para compartir una merienda y una tostada incluso en un vaso de queso crema. Escribir a mano un cuaderno de recuerdos. ¿Si se mancha? Dejamos ahí el borrado y continuamos con el fondo. ¿Quién no tiene cicatrices? Que sea imperfecto, pero dispuesto a arreglar lo que está roto. El bien es el amor con los pies en la tierra. Lo siento, encantada.
Texto: Luisa M.
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