El deseo sexual en pareja: entre la rutina, el vínculo y el silencio.
- Claudia Carvalho
- 4 abr
- 2 Min. de lectura
Es común escuchar frases como “ya no es como antes” o “no siento lo mismo” cuando hablamos del deseo sexual en pareja. Y es que el deseo, lejos de ser una constante, es un elemento vivo que se transforma con el tiempo, las experiencias compartidas y los cambios individuales. No se trata de un fallo, sino de una señal que merece ser escuchada con atención.
¿Por qué el deseo cambia?
Porque el deseo no solo depende del amor. Puede haber cariño, respeto e incluso admiración, y aun así, el cuerpo no responder como antes. La rutina, el estrés, la maternidad/paternidad, la falta de novedad o el cansancio emocional pueden erosionar la tensión erótica que antes se sentía sin esfuerzo. Además, cuando dejamos de mirarnos como amantes para vernos solo como compañeros, cuidadores o padres, el erotismo se disuelve poco a poco.
¿Por qué no deseo a mi pareja?
A veces, la falta de deseo está más ligada al vínculo que al sexo en sí. ¿Me siento deseada/o? ¿Me siento libre para expresar lo que quiero? ¿Nos tocamos más allá del sexo? Otras veces, hay heridas no resueltas, decepciones acumuladas, o simplemente, la relación ya no refleja lo que el cuerpo necesita para encenderse. La atracción no es una obligación, es una emoción que también necesita alimento, juego y espacio.
¿Y por qué puede ayudar la terapia sexual?
Porque hablar de deseo requiere un lenguaje que muchas parejas no han aprendido. La terapia sexual no impone recetas, sino que abre preguntas. ¿Qué significa el deseo para cada uno? ¿Qué fantasías se han silenciado por miedo o vergüenza? ¿Qué lugar ocupa el cuerpo en la relación? Recuperar el deseo no es volver al pasado, sino construir una nueva forma de encuentro erótico, más honesta, más consciente, más libre.
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