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El trío: una fantasía que requiere más que deseo

Foto del escritor: Claudia CarvalhoClaudia Carvalho

El trío, esa fantasía que habita en el deseo de muchos, pero que pocos se atreven a realizar, está profundamente arraigado en el imaginario colectivo sexual. A pesar de su atractivo, muy pocas personas lo llevan a cabo. Cuando no es por miedo al juicio social, es por temor a las complicaciones que puede desencadenar en una relación. Y estas complicaciones pueden ser reales.


Traer a una tercera persona a la relación, aunque sea momentáneamente, no es algo que deba tomarse a la ligera. Requiere una preparación basada en comunicación abierta, respeto y claridad. Antes de que suceda, la pareja debe tener muchas conversaciones muy francas sobre lo que ambos esperan de una experiencia como esta. Es crucial establecer límites de manera objetiva y expresar aquello que cada uno sabe que no podría manejar si llegara a ocurrir.


Además, hay que considerar la elección de la tercera persona, que es un factor clave. Mi consejo es que sea alguien desconocido(a) para ambos, de manera que no exista convivencia social ni contacto posterior con ninguno de los dos. Y, en el caso de un trío heterosexual con dos mujeres, sería ideal que sea la mujer quien elija y maneje el contacto con la tercera persona para evitar desequilibrios o tensiones en la relación.


Sin embargo, el momento adecuado para realizar esta fantasía no debe ser cuando la relación pasa por problemas, ni como un intento de salvarla o satisfacer únicamente a uno de los miembros de la pareja. No. Esta experiencia debería surgir del deseo mutuo y de una conexión sólida. Lo ideal es que sea algo que ambos hayan deseado durante años, un paso que dé continuidad al entendimiento y la compatibilidad sexual que ya existe en la relación.


Por eso, es fundamental estar con una pareja que sea sexualmente compatible con tus deseos, alguien que comparta contigo el mismo ritmo, donde los dos puedan "bailar juntos" en diálogo y acuerdos.


Cuando la pareja está alineada en lo que quiere y ha expuesto de manera clara sus límites, entonces es el momento de incluir a la tercera persona en esta conversación. Este individuo no es solo un participante, sino una parte tan importante como los miembros de la pareja. Es esencial dialogar con esta persona sobre el acuerdo previo de la pareja para ver si se ajusta a sus propios términos y expectativas.


Además, es importante recordar que el tercero no es simplemente un cuerpo en la ecuación, sino una persona con emociones y necesidades que también deben ser respetadas. Aclarar desde el principio lo que se espera de la experiencia, sus propios límites y cómo se manejará la situación después del encuentro es un acto de empatía y madurez emocional.


Por último, una experiencia como esta puede ser enriquecedora, pero también puede sacar a la luz inseguridades, celos o malentendidos si no se maneja con honestidad y comunicación. Al final, la verdadera satisfacción no radica solo en cumplir fantasías, sino en hacerlo desde la complicidad, el respeto mutuo y la claridad emocional.



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