Para Cátia Damasceno, “los hombres pasan años tratando de convencer a los demás, y a sí mismos, de que encarnan todos los ideales que un hombre debe poseer: en el proceso, a menudo pierden de vista quiénes son en realidad”.
Respecto a esta afirmación sobre el universo masculino, podemos ver que la ausencia de información clara puede generar expectativas ilusorias sobre el sexo y su rol dentro de la relación. Esto puede hacer que el hombre construya y alimente una imagen sobre el acto sexual y todo el universo en base a su propia sexualidad que no se corresponde con la realidad. En otras palabras: la idealización del desempeño sexual puede provocar sentimientos de culpa, frustración, enfriamiento y distanciamiento en la relación. Para hablar de sexo es necesario romper los propios tabúes.
En mi trabajo como sexóloga me di cuenta de que los hombres tienen una necesidad imperiosa de aprender sobre educación sexual, que necesitan afecto, que pasan por relaciones abusivas, que fingen orgasmos, que no son una máquina sexual, que lloran, que se tragan sus lágrimas, que esconden sus sentimientos, que son inseguros, que tienen problemas con su autoestima, que sufren problemas en la cama y que muchos no saben tener sexo por culpa de la pornografía y de toda una cultura que les enseña ser el macho viril, fuerte y sin necesidades de enseñar ningún tipo de debilidad.
Cuando investigué en Internet sobre la sexualidad masculina, los resultados que más aparecieron fueron: disfunciones sexuales, anuncios de productos para agrandar el pene y medicamentos para mantener una erección por más tiempo durante las relaciones sexuales.
La sexualidad masculina cubre una amplia variedad de temas sobre sexo, deseos, comportamientos sexuales, aspectos fisiológicos, psicológicos, sociales, culturales e, incluso, espirituales.
A menudo, el concepto de sexualidad se confunde con el acto sexual en sí. La sexualidad es parte integral de la vida de todo ser humano y hay que cuidarla.
Por Claudia Carvalho
Sexóloga
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