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Foto del escritorClaudia Carvalho

Sin una educación sexual adecuada, la pornografía puede distorsionar el sexo real y placentero.



Recuerdo de un mensaje que recibí como un pedido de "ayúdame".

El mensaje era de un adolescente de 13 años que no sabía que estaba sucediendo. En el relato él decía que consumía mucho porno y que estaba eyaculando rápidamente.


La pornografía no solo afecta el psicológico de los jóvenes como también su corazón, la forma como conducen los encuentros y su vida sexual futura.

La nueva forma de amar consiste en corazones pornoficados rellenos de violación afectiva y encuentros basados en intercambio de mensajes por WhatsApp y redes sociales.

La pornografía roba la esencia de las relaciones sexuales. Enseña dominar técnicas físicas que silencia el placer femenino. La pornografía es la nueva manera que los jóvenes tiene de aprender como no hacer el sexo con cariño, conocimiento mutuo, atención hacia al otro y compromiso.

La pornografía es la muerte de la masculinidad. No solamente está deteriorando la mente masculina, sino que también está matando poco a poco los vínculos emocionales, distorsionando la percepción del sexo real y alterando negativamente las relaciones románticas.

Perjudicando nuestra proactividad y esfuerzo en la búsqueda del placer saludable.


Desde el uso prohibido hasta la liberación sexual, la pornografía parece, en nuestro entorno digital contemporáneo, no conocer límites.


Por tanto, el auge de las nuevas tecnologías ha ofrecido a la pornografía un medio de distribución exponencial, accesible a todos... incluidos (y sobre todo) a los niños y a los adolescentes. Aún más recientemente, se ha descubierto que el 30% de los internautas que consultan estos sitios son menores. , y uno de cada 10 menores consulta cada día este tipo de contenidos -especialmente desde su teléfono móvil personal (smartphone), en el caso del 75% de ellos-.

Los adolescentes, que utilizan la pornografía online como principal fuente de información, mencionan su impacto en sus actividades sexuales, adoptando prácticas más diversas, reflejando los modelos publicados.


¿Quién es responsable?


El uso de dispositivos electrónicos por parte de niños y adolescentes debe ser controlado por los padres y la sociedad en su conjunto y esta debe adoptar medidas para equilibrar este uso con las actividades físicas y las interacciones sociales presenciales.


Claudia Carvalho

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