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Ballbusting: Dolor, Placer y la Redefinición de la Masculinidad

  • Foto del escritor: Claudia Carvalho
    Claudia Carvalho
  • 27 mar
  • 2 Min. de lectura

Juliana, de 35 años, llevaba una rutina común: trabajo, autobús, correos electrónicos, problemas, series antes de dormir.

Pero fue en uno de esos encuentros aleatorios de una app de citas donde se sumergió en un universo erótico diferente.

Rafael era elegante y educado. Cenaron y fueron al apartamento de ella. Todo transcurría con normalidad hasta que él susurró: "Aprieta mis testículos fuerte. Puede doler."

Juliana se quedó sin palabras. Pero Rafael la miró con una mezcla de valentía y entrega. Eso la sorprendió y se excitó.

Al principio, los apretó con delicadeza. Él le pidió que lo hiciera con más intensidad. Gimió, no de dolor, sino de un placer extraño. Y así fue como ella descubrió el ballbusting.


El ballbusting, fetiche ligado al dolor en los testículos, es una de las prácticas del BDSM. Está conectado a aspectos emocionales, psicológicos e incluso biológicos sobre el placer y la excitación. El dolor y el placer activan regiones cercanas en el cerebro, y un estímulo intenso, si se controla, puede desencadenar placer.

Además del deseo de ser dominados, muchos hombres ven el ballbusting como una entrega. Al ofrecer sus testículos a una mujer, renuncian al poder simbólico ligado a la masculinidad.

Es una entrega a la sumisión, pero también, para algunos, una prueba de fuerza y virilidad.

Esta ambigüedad, entre rendirse y demostrarse fuerte, hace del ballbusting una experiencia liberadora, desafiando y redefiniendo la masculinidad.

Juliana se involucró con hombres que temían revelar este deseo a sus parejas. Aprendió a leer cuerpos, mentes y miedos. Dominó el arte de causar dolor sin herir, inspirando confianza y poder. Ellos la buscaban no solo por el dolor, sino por la entrega, la vulnerabilidad y la libertad emocional.

Mencionó a Ricardo y Julio, que veían el dolor como liberación, y a Nilton, quien, bajo su pie, pedía ser llamado Júnior, en una regresión infantil.

Fascinada, Juliana se convirtió en una diosa del sadismo, pero con responsabilidad. Creó un método: conversación previa, historial médico, palabras de seguridad, progresión lenta y detención ante el menor riesgo. Es importante destacar que esta práctica puede comprometer la salud de los testículos.

Al final, descubrió en este universo la sensación de poder tocar el alma de alguien.


Fuente: universa uol



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