Hoy, todo necesita ser...
- Claudia Carvalho
- 27 abr
- 2 Min. de lectura
Existe una enfermedad moderna que está en todas partes: aceptar como "normal" comportamientos que nos alejan de lo que es saludable. A esto, la filosofía le dio el nombre de normosis. Y cuando este fenómeno llega a la vida sexual y afectiva, el daño es silencioso, pero profundo.
Hoy, todo necesita ser performado: cuerpo, deseo, amor. Hay una ansiedad colectiva por experimentar, mostrar y desear todo. Como si el camino fuera estar siempre disponible, con la libido alta, explorando nuevas prácticas, apps, fantasías.
Así, cuanto más intensa y diversificada sea tu vida sexual, más estás "viviendo". Y la normosis entra justamente cuando dejamos de escuchar nuestros límites para seguir una sexualidad coreografiada.
Mucha gente tiene sexo sin ganas, acepta situaciones que no desea, se mira en el espejo buscando el cuerpo que le impusieron como ideal. Otros se sumergen en relaciones performáticas, donde la pareja parece más una marca de lo que dos personas reales. Y esto está tan naturalizado que ni siquiera percibimos cuánto nos estamos enfermando.
Normalizamos la ausencia de deseo como si fuera pereza, la hiperactividad sexual como si fuera virilidad, la desconexión emocional como si fuera "madurez". Normalizamos sexo sin deseo, desnudez sin confianza, relaciones sin verdad. Y cuanto más sentimos que "es así mismo", más nos alejamos de lo que debería ser el centro de la vida sexual: placer con sentido.
Claro que no existe un modelo ideal. Hay quien desea mucho o poco, quien gusta de experimentar o prefiere lo tradicional. El problema no está en la elección, está en la falta de libertad para hacer esa elección.
Si el deseo no encaja en la norma, te cuestionas. Si el cuerpo no corresponde al patrón, te castigas. Si prefieres vínculos profundos en vez de superficialidad, te sientes fuera del juego. Si sufres viviendo relaciones no monógamas, piensas que eres egoísta.
La normosis sexual transforma imposiciones en costumbres. Y el primer paso para curarse de ella es darse cuenta de que no necesitas seguir ningún guion.
Tal vez la pregunta más importante no sea "¿qué está haciendo todo el mundo?", sino: "¿qué, de verdad, tiene sentido para mí?"
Texto Ana Canosa
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