
El poder del deseo… ¿o del placebo?
- Claudia Carvalho
- 9 jul
- 2 Min. de lectura
Uno de los últimos estudios sobre disfunción eréctil arrojó un resultado que pocos se esperaban (o que quizá no queríamos ver con tanta claridad): los pacientes que tomaban placebo también experimentaron mejoras significativas.
¿Y cómo se explica esto? Muy simple, y al mismo tiempo, muy complejo: el deseo no siempre nace de una pastilla. En muchos casos, lo que está bloqueado no es el cuerpo, sino la confianza, la seguridad, el permiso interno para desear o simplemente la atención puesta en el propio placer.
El llamado "efecto placebo" no es una trampa, sino una demostración de que la mente y el cuerpo erótico están íntimamente conectados. Si el solo hecho de “creer” que se está recibiendo ayuda genera una respuesta física real, entonces habría que preguntarse:
¿Qué pasaría si en lugar de buscar una solución rápida, nos diéramos tiempo para escuchar lo que nos excita, nos mueve, nos da miedo o nos desconecta?
En muchos hombres con disfunción eréctil leve o moderada, la ansiedad de desempeño, el miedo al fracaso o la presión de “cumplir” son más paralizantes que cualquier factor físico. Y es ahí donde el deseo se esconde. No se ha ido, pero espera que lo inviten sin exigencias, que lo busquen sin miedo, que lo sientan sin deber.
Por eso, más allá de la química de los fármacos, el erotismo también necesita palabras, espacio y tiempo. A veces, el cuerpo solo necesita saber que puede relajarse, que no tiene que ser perfecto, que no está siendo evaluado.
El placer no se receta. Se construye. Y a veces, basta con dejar de exigirnos para empezar a sentir.
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Disfunción eréctil
Sexólogaen Coruña
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