Tener sexo y placer sexual no es lo mismo que tener erotismo. La mayoría de la gente sitúa el erotismo, el deseo, en la esfera de la pasión. Es como si el erotismo estuviera ausente de la idea de matrimonio.
De alguna manera las fotos asimilan la idea de que el matrimonio se trata más de compromisos, seguridad, comodidad. El erotismo parece estar al margen. El erotismo es lo que impulsa el interés, el deseo y la excitación sexual. Es la poética del cuerpo.
El erotismo es la danza del ritmo poético del cuerpo, el testimonio de los sentidos, de la respiración, de la mirada, de la palabra, de la inteligencia, donde menos es más. Como todo en la vida, el erotismo no es lineal, se enrolla alrededor de sí mismo, revelando quiénes somos.
La generación actual no conoce el erotismo. Las redes sociales, el coqueteo fácil y rápido, tienen provocado la muerte del erotismo en las relaciones. Todo es muy superficial. El erotismo no sobrevive en esa esfera contemporánea. El erotismo pide tiempo, suavidad, mantenimiento, misterio, espacio, seducción. El erotismo no está asociado con la velocidad de la penetración o con las variables posiciones sexuales. No. El erotismo está en la forma como desea tu pareja, en cómo admira su forma de ser, estar, caminar. El Erotismo es un olor, cuidado, trato exclusivo, atención primaria. El Erotismo no se vende, no se encuentra en la calle y tampoco en la vulgaridad. Es una delicia sentir y tener un hombre o una mujer erótica. Pero para eso, es necesaria construcción, diálogo, conocimiento, inteligencia emocional.
El amor vinculado al erotismo adquiere otra dimensión: Se desea y se deconstruye permanentemente al otro en el espacio de la ensoñación, pero también en el del vínculo de amistad en el plano real, como un pacto de común acuerdo y bajo la comprensión de la circunstancia del otro. Este usual acuerdo solo puede darse entre dos personas que se consideran a sí mismas libres de elegir, de estar o no estar, sentir o no sentir y se llama complicidad.
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