
Sumisa como objeto x Sumisa como sujeto que entrega.
- Claudia Carvalho
- hace 7 horas
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La mayoría de las sumisas han sido moldeadas por la cultura. Aprendieron a complacer antes de sentir. Aprendieron que su valor estaba en ser elegidas, no en elegir. Hacen sexo para el otro, no para sí. Anulan su deseo en nombre de una devoción que nunca las incluye.
No desean: esperan. No se dan: se ofrecen como objeto.
Esa sumisión es obediencia vacía, sin fuego. Es estructura. Es mandato.
Pero existe otra sumisa.
La que desea. La que elige ponerse de rodillas porque su deseo la lleva allí. Ella no se anula: se expande. No obedece ciegamente: devociona conscientemente. Su placer no está en complacer, sino en arder. Y ese ardor es lo que su Amo ama. Porque su entrega nace del deseo, no de la necesidad.
Cada mirada de su Amo es combustible para su deseo. Cada gesto es un eco de su propia hambre. Y ese fuego compartido los enciende a ambos.
Aquí el Amo cuida, honra y protege. Porque sabe a quién pertenece.
El Amo no domina una forma vacía. No se excita por una obediencia automática ni por una sumisión construida para agradar. Él se enciende ante la sumisa que desea. Se consume en su fuego porque sabe que esa entrega nace del centro mismo de su voluntad. Y él la saborea en cada gesto, en cada mirada que brota de su hambre auténtica.
Porque el verdadero poder no está en mandar, sino en reconocer el brillo de quien se entrega no por obligación, sino por elección.
Y ahí el deseo se vuelve ritual. Y el sexo, devoción encarnada.
Por @sexologaclauu
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